El armador -la compañía de cruceros Costa Crociere - emitió una primera justificación: “La posición de la nave está convirtiendo en extremadamente dificultosas las últimas operaciones de desembarco”. Mientras, en la isla, la población -unos 1.500 habitantes- se afanaba por socorrer a unos náufragos que casi los triplicaban en número. Francesco Schettino, comandante del crucero, da su versión del naufragio: el Concordia golpeó un escollo que no estaba en los mapas náuticos. Empezó entonces a embarcar agua y por eso Schettino - que estaba en el timón, según contó a la Capitanería - decidió virar hacia la isla. Esta noche se ha conocido que Schettino, de 50 años y 30 años de experiencia marítima, ha sido detenido.
La iglesia, el asilo de la parroquia, casas particulares y hasta el hotel Bahamas, que estaba cerrado por tratarse de temporada baja, puso sus habitaciones a disposición de los supervivientes. No solo muertos de miedo, sino también de frío: “Cuando el incidente, estábamos en la cena, y no teníamos mucha ropa encima. Y por supuesto no nos dio tiempo de abrigarnos…”, explica Parmegiani.
El Costa Concordia se dirigía al puerto de Savona (norte de Italia), y desde allí tenía previsto hacer escala en Palermo (Sicilia), Cagliari (Cerdeña), Palma de Mallorca, Barcelona y Marsella antes de volver a Civitavecchia.
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